Venidos de distintas partes del mundo, sobre todo de Europa, más de 1000 personas participaron este pasado 5 de julio en el Encierro Humano de Pamplona. Vestidos, en ropa interior o en topless llenaron las calles de Pamplona de una unánime reivindicación de: no a las corridas de toros. Ninguna otra actividad en defensa de los derechos de los animales consigue tanta repercusión mediática en nuestro país. A través de decenas de periódicos, radios o cadenas de televisión millones de personas han podido saber que los Sanfermines, además de una fiesta son un asesinato. Y por este motivo estuvimos allí.
En la tarde del 4 de julio, la mayor parte de los participantes ya estaban conviviendo en el camping. Esto permitió conseguir otro objetivo muy importante: la comunicación entre personas de organizaciones y países distintos. En un movimiento como el de defensa de los animales tan reciente y joven la necesidad de conocer otras experiencias y puntos de vista se convierte en una aportación muy valiosa para que todos podamos mejorar. La convivencia, el diálogo y el debate espontáneo entre animalistas franceses, italianos, norteamericanos, portugueses, croatas, alemanes, ingleses y de diferentes comunidades del estado español supone un valor añadido a la actividad. Permite que aprendamos de los errores y de los aciertos ajenos. Se hizo evidente que la preocupación por los animales iba más allá de las corridas de toros. Activistas preocupados por la vivisección, la peletería, los animales en las granjas, los zoos, los circos, los abandonos,… dialogaban y comparaban posturas, acciones y repercusión de las mismas. Estábamos ante un encuentro animalista improvisado.
Tres horas antes del comienzo de la manifestación empezamos a llegar los primeros activistas a la zona de salida. Varias patrullas de la policía local comenzaron entonces a ejecutar el trabajo sucio ordenado por la alcaldesa de Pamplona: dificultar en todo lo posible. Primero impidieron a un grupo de música venido desde Alemania que situaran en la calle sus instrumentos. Después exigieron a Equanimal la retirada de las botellas de helio con las que nos disponíamos a hinchar los globos que habíamos preparado para el acto. Retiradas las botellas de la calle buscaron una nueva excusa, amparados en un teórico bando municipal, nos transmitieron la absurda orden de que no podíamos tener globos llenos de helio.
Mientras conseguíamos el bando municipal, desobedeciendo a las órdenes policiales, seguimos preparando nuestras pancartas y globos. Asesorados por la compañía propietaria de las botellas y comprobado que el bando no prohibía el helio, el cabo de la policía local hubo de admitir la falsedad de sus argumentos. En todo el proceso fuimos varias veces amenazados con la retirada de la cámara fotográfica si sacábamos fotos de la Policía.
Pero ni esas trabas ni las muchas otras que el ayuntamiento, como embajador de los intereses económicos del mundo taurino impidieron que la actividad fuera adelante. Decenas de miembros de la Policía Nacional y Local acompañaron a los manifestantes en todo el recorrido. Pero al igual que hace unas semanas en la multitudinaria manifestación de Barcelona no se produjo ningún incidente y se dio una perfecta armonía entre el ambiente reivindicativo y el festivo lo que animó enormemente a los participantes. Durante todo el recorrido no cesó de cantarse el lema “Toros sí, toreros no”. Ese fue el lema más repetido pero no faltaron consignas como “Derechos ya para los animales” o “La tortura no es arte ni cultura”. La animación con música y el dinamismo del grupo hizo más agradable y soportable aguantar el calor del mediodía en Pamplona y algunas recriminaciones e insultos de los aquellos que ven atacado un elemento que consideran fundamental de sus fiestas: los toros. Al fin, después de más de una hora de recorrido llegamos a la Plaza de toros de Pamplona.
El trabajo antitaurino en nuestro país tiene por delante una difícil tarea pero será la colaboración de todas las personas y organizaciones defensoras de los animales lo que conviertan a las corridas en una imagen del pasado. Sin esa unión, el mundo taurino seguirá cosechando victorias y aprovechará cualquier grieta que encuentre en nosotros para conseguir lo que se proponen: perpetuar la tortura. Del lado antitaurino se hace necesaria una permanente colaboración. Los que se enriquecen a costa de los animales no dudan en mover todos sus recursos para impedirnos prosperar. En Pamplona emplean a la Policía, las trabas administrativas y un sinfín de dificultades más. O con los animales o contra ellos, no hay postura intermedia. Debemos estar a la altura de las circunstancias. Los animales no nos perdonarían otra actitud.
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